La luna es un astro que siempre nos a producido fascinación, si tener luz propia deslumbra y cautiva a partes iguales, y todos hemos oído hablar de las influencias y cambios que produce la luna en los seres humanos y el planeta en general, asociada a la oscuridad y a todo tipo de leyendas y crímenes, la luna siempre a formado parte de nuestro yo mas antiguo.
La luna desde las mas antigüedad se a considerado la consorte del sol o su contraparte, ya que son los dos astros que iluminan nuestras noches y nuestros días, y la vida como la conocemos no seria posible sin la intervención de los 2, pues a pesar de que no se le da tanto valor, la luna influye en el planeta igual que el astro rey.
Los simbolismos de la luna como astro celeste, son varios y extensos:
- Representa los ciclos biológicos crece, decrece y desaparece
- Es el símbolo del pasaje de la muerte a la vida y de la vida a la muerte
- Por su relación con los movimientos de las mareas se la asocia a el Agua, la fecundidad y la Feminidad
- Simboliza el conocimiento indirecto, pasivo, frió y receptivo.
Fases Lunares y Simbolismo
Luna Nueva: Potencial /Nuevos Comienzos
- Es una Luna Apta para empezar nuevos trabajos mágicos que nos llevaran varios días, es una luna que nos invita a meditar sobre nuevos comienzos o cambios que emprender, esta fase corresponden a trabajos mágicos vinculados a lo nuevo: un nuevo amor, nuevo empleo, nueva época de nuestras vidas.
Luna Creciente: Fortaleza /Confianza
- Esta Luna nos aporta crecimiento, inspiración y producción, es una fase perfecta para debemos invertir este tiempo en recuperar antiguos proyectos y llevarlos a cabo, enfrentar los problemas, hacer rituales de amor, sanación y prosperidad.
Luna Llena: Resultados /Éxito
- El momento del juicio, el momento decisivo, el momento de máxima expansión energética. Esta luna es apta para trabajos mágicos potentes, todo lo relacionado con el conocimiento, la protección y las energías positivas.
Luna Menguante: Limpieza /Destierros
- Es el final de un ciclo, momento de recoger el fruto de nuestros esfuerzos, malos o buenos, es una fase apta para rituales de limpieza, protección y purificación, deshacernos de hechizos o influencias negativas.
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